La agencia creativa Wozere Studio, en colaboración con el diseñador madrileño Lucas Muñoz, han convertido este espacio verde de 3.740 metros cuadrados en un lugar de encuentro con actividades lúdicas y educativas
En las ciudades existen espacios frontera, un término que define los límites físicos –autopistas, ríos, vías de tren o solares urbanos– que dividen zonas socioeconómicas desiguales. Lo interesante de estos escenarios urbanos radica en su potencial transformador, ya que pueden acabar dándose dos situaciones antagónicas: que se conviertan en espacios conflictivos y de exclusión social o en lugares de oportunidad e inclusión.
En consecuencia, el proyecto incorporó dos casetas prefabricadas y desmontables destinadas a almacenamiento e incluyó una partida importante de limpieza general, desbroce del terreno, mejora de los caminos y adecuación de los bancales existentes. La implementación de estas mejoras se hizo siempre respetando las preexistencias y evitando imponer decisiones formales externas. “No construimos nada que no estuviese ya en el huerto.