El rol de Alberto Fernández se transformó en un problema para la coalición, mientras la gestión se define entre Cristina y Massa; la brisa de estabilidad y los riesgos económicos inminentes
La semana en la que cambió el eje del poder de la Argentina quedó impresa en dos gestos. El primero fue el lunes 1 de agosto a la tarde, cuandoy difundió una foto conjunta en su despacho. Una réplica exacta de la que se había sacado semanas antes con el embajador de Estados Unidos,. Sin embargo, el ministro de Economía se quedó esperando otra señal que nunca recibió.Al final hubo un apoyo mudo, símbolo de la ambigüedad de la nueva etapa.
El rol de Alberto Fernández se transformó en un problema a resolver para todo el ecosistema oficialista Pasó del desconcierto al fastidio. Sin embargo, no está resignado a dejarse arrastrar porque interpreta que la nueva etapa es una revalidación de lo que él venía sosteniendo: que no había más camino que cumplir con el acuerdo con el FMI, y que se terminó imponiendo su lógica racional.
No indultó a Massa, pero archivó sus rencores por entender que no había otra alternativa.
cargado con la épica y la estética de sus mejores producciones, pero que cierra con un mensaje explícito:En la carrera de Letras ya se debería cursar una materia sobre arte y retórica del discurso kirchnerista.Twitter