“Es como una casa del terror de las de antes, sólo faltan las vagonetas”, dice el cineasta encantado con la fascinante y laberíntica exposición sobre su obra que ha desembarcado en Barcelona
Del reservado niño ostra a los expansivos marcianos verdes de Mars Attacks!, sin olvidar al barbero diabólico de Fleet Street —navaja ensangrentada en la mano—, la triste novia cadáver, la Reina de Corazones, el Pingüino enemigo de Batman, los oompa loompa, y, por supuesto, al melancólico Eduardo Manostijeras.
Burton desde luego manifiesta una relación con lo oscuro que parece distinta a la de los mortales usuales. “La vida es un equilibrio entre la luz y la oscuridad, lo tenebroso y lo cotidiano, para mí no son cosas separadas o lejanas”, señala. Le gustan los cementerios. “Me parecen lugares de paz, no los veo como lugares de terror y oscuridad sino espirituales”. ¿Observa Burton algún parecido entre su universo y el de Stephen King? “No.