Por Erika Solomon | Ninguna víctima sale de la guerra sin algún tipo de pérdida: un hogar destruido, un ser querido que se ha ido, una vida arrebatada. No obstante, nadie pierde tanto como los niños, que quedan marcados para siempre.
Alexander Buriak se sube a un tanque destruido en medio de edificios devastados en Hostomel, Ucrania, el 25 de abril de 2022 .una expresión usada a menudo no solo para las vidas jóvenes perdidas, sino también para los niños que sacrificaron su educación, sus pasiones y sus amistades ante losen constante cambio o que quedaron con cicatrices psicológicas demasiado profundas para sanar.
Murat Sahin, quien representa en Ucrania a la agencia para la infancia de las Naciones Unidas, la Unicef, declaró: “Los 5,7 millones de niños que habitan en Ucrania están. No diría que el 10 o el 50 por ciento de ellos está bien: cada uno lo está experimentando yLos estragos de la guerra, rumbo a su sexto mesy muchos de ellos han sido desplazados dos o tres veces, cuando el territorio donde estaban se perdía, según agencias humanitarias.
Sonia Khush, directora de Save the Children en Ucrania, afirmó que los niños expuestos a la guerra están en riesgo de padecerun padecimiento detonado por periodos extremos de adversidad. Los efectos son tan poderosos que puedeny sistemas de órganos, y se pueden prolongar hasta la vida adulta de dichos niños.
El grupo War Child encuestó hace poco a hijos y nietos de personas que vivieron la Segunda Guerra Mundial y encontró que las familias resultaron afectadas por los traumas de la guerra incluso. Es por eso que es de extrema importancia trabajar en el bienestar y la salud mental de los niños”.para el apoyo psicológico.