El árbitro eligió no seguir el consejo del VAR, manejado desde Ezeiza por Fernando Espinoza.
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¿Fue penal o no fue penal? Esa es la cuestión que gira en loop desde la noche del domingo luego de la última jugada del clásico entre Racing y Boca que terminó sin goles en el Cilindro de Avellaneda, pero con una polémica pesada por la decisión del árbitro Fernando Rapallini que incluso tapó la"discusión", como la definió Hugo Ibarra, entre Darío Benedetto y Carlos Zambrano y su rostro desfigurado producto de una pelea en el...
Al principio, la jugada cumple con un precepto que le daría la derecha al vistazo de Rapallini. Dice el reglamento:"No todos los contactos con mano o brazo son infracción". Y agrega:"Los árbitros deben valorar la posición de las manos o el brazo con respecto a la acción del jugador en una situación concreta".
Parece penal. Grande como el Cilindro cuando el ex Rosario Central frena la pelota con la mano izquierda luego de esa arrastrada. Allí, luego de todas las repeticiones, parece que Gómez toca"el balón de manera voluntaria con la mano o el brazo, por ejemplo, haciendo un movimiento en dirección al balón con estas partes del cuerpo".
Se trata, claro, de una cuestión de criterio. Lo que vio Espinoza desde la cabina del VOR en Ezeiza es diferente a la percepción que tuvo Rapallini en la cancha. De hecho, necesitó menos de un minuto para validar su interpretación ante el monitor."La mano no es voluntaria. No hay intención", dejó trascender la terna arbitral para tratar de apagar la polémica.