A pesar de todos estos cambios y evoluciones en el orden mundial, el diálogo entre Estados Unidos y América Latina y el Caribe está en uno de sus niveles más bajos desde el fin de la Guerra Fría.
Estados Unidos y América Latina y el Caribepolarizaciones ideológicas en los contextos estadounidenses y latinoamericanos
se ha sumado la ausencia de liderazgos constructivos con voluntad política, atención sostenida y capacidad narrativa convincente para impulsar el diálogo y generar consensos efectivos en el ámbito regional. Frente a la efervescencia mundial y sus adversidades, la mayoría de los países parecen estar absortos en sus problemas internos, con poco interés y sin incentivos suficientes para buscar coordinar esfuerzos comunes.
En Estados Unidos las inercias estratégicas y burocráticas se articulan con las necesidades de política interna, lo que desde hace varios años inclina la balanza a favor de respuestas unilaterales y enfoques bilaterales tradicionales cuando se plantean las.
Desde hace años se han instalado dos síndromes en las Américas que entrampan el diálogo y merman la capacidad de acción colectiva a nivel interamericano. Por un lado, el comportamiento de Estados Unidos hacia América Latina ha estado caracterizado por una suerte de “síndrome de la superpotencia frustrada”.
En la coyuntura actual, se contraponen dos lógicas divergentes.