Con Lula, el peronismo recibe un envión anímico: plan para crear el 'paralelismo' con el PT
este es el detalle esencial: Lula se presentó en su discurso como una prenda de paz y unidad nacional, como una persona que había sufrido persecución y aun así no volvía con ánimo revanchista, sino como pacificador de un país que sufrió una violenta grieta.
Alberto Fernández celebró la victoria de Lula como propia, y ya prepara una reunión con el presidente electo, ya hace las valijas para felicitar en persona a Lula en Brasil y sacarse la ansiada foto. Esta vez la prudencia lo llevó a desestimar la idea de un viaje relámpago en la misma noche de la elección, algo que había planificado para la primera vuelta y que debió suspenderse ante el inesperado resultado que forzó el balotaje con Bolsonaro.
Lula repitió varias veces la expresión"inclusión social", habló sobre la necesidad urgente de poner a la economía a funcionar en favor de la redistribución de la renta y enfatizó que el gobierno no puede ser indiferente ante la pobreza. Y destacó que Brasil, como tercer mayor productor mundial de alimentos, no podía permitirse que hubiese gente con hambre. En ese sentido, reiteró la promesa que había hecho cuando ganó por primera vez en 2002: que su principal objetivo de gestión sería garantizar tres comidas diarias a los más de 200 millones de brasileños.En definitiva, un discurso quesin dudar un instante.
Es también otra coincidencia con uno de los temas preferidos de Cristina, que se opone al"modelo de exportación de materias primas y salarios bajos".Pero, sobre todo, lo que impacta más en este momento del peronismo es: habló sobre terminar con los discursos de odio y con"bajar las armas que nunca debieron ser empuñadas".