Al postergar el tratamiento de las reformas propuestas por EE.UU. y elegir a China para el Directorio, la Asamblea Mundial de la Salud apunta a superar la polarización mundial.
La polarización entre las potencias atlánticas y las euroasiáticas se extiende crecientemente a todos los ámbitos de las relaciones internacionales.
En enero pasado Estados Unidos presentó una propuesta para la reforma del Reglamento Sanitario Internacional y recientemente la OMS anunció planes para un tratado internacional sobre pandemias que introduciría un pasaporte digital y un sistema de identificación digital de todos los seres humanos. Tras el rechazo por la mayoría de la Asamblea y dificultosas negociaciones, se acordó volver a discutir ambas propuestas en la Asamblea de 2024.
No es casual, entonces, que la 75ª Asamblea de la OMS haya obviado discutir la denuncia de la Federación de Rusia sobre los laboratorios biotecnológicos sostenidos por Estados Unidos en Ucrania y en otros países vecinos a Rusia y China. Tampoco atendió a las acusaciones chinas sobre los programas norteamericanos para la manipulación genética de insectos que así podrían infectar cultivos en países rivales. De este modo EE.UU.
Kirílov informó asimismo que en Ucrania se formó una red de más de 30 laboratorios biológicos que funcionaban al servicio del Pentágono. En ellos las fuerzas rusas encontraron evidencias sobre las armas bacteriológicas que Estados Unidos estaba desarrollando Ucrania. Si bien el general Kirilov se basó para su denuncia en la documentación incautada por las fuerzas rusas en los laboratorios de EE.UU. en Ucrania, el riesgo infeccioso que emana de los centros de investigación norteamericanos a lo largo y ancho de Eurasia incluye también la contaminación de cultivos para dañar la producción de alimentos.