El cineasta recibe el premio Donostia desde Tokio, antes de la proyección de su ‘El chico y la garza’, durante la ceremonia de inauguración de la 71ª edición del Zinemaldia
, una película testamentaria porque hablaba de una de sus pasiones, volar, a través de la figura de un genio al que Miyazaki idolatra: el ingeniero de aviación Jiro Hirokoshi, el diseñador de los míticos cazas Zero, una de las armas más poderosas del ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Pero esta vez lo dice en serio.
El premio lo anunció el director del festival, José Luis Rebordinos, fan de su obra y que lleva meses trabajando para que ningún otro certamen impidiera que el estreno europeo deaconteciera en San Sebastián. En un vídeo de 23 segundos, sin barba, demacrado, en su habitual mesa de trabajo, y con el Donostia al lado, Miyazaki agradeció el honor.
Por cierto, Rebordinos pidió, ya que Miyazaki no suele hacer estas piezas ni hablar con prensa, que nadie grabara ni fotografiara el momento.