El deterioro se refleja en las cifras expuestas por la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires y queda en evidencia al recorrer los establecimientos; la preocupación de padres por fallas que ponen en riesgo a sus hijos y las explicaciones de autoridades; a diferencia de las escuelas porteñas, las tomas no aparecen como un método de reclamo
Apenas pasado el mediodía del viernes 14 de octubre, alumnos de la Escuela de Educación Secundaria Nº83 de Villa La Florida, en Quilmes, salieron del colegio con pizzetas en sus manos. Según relatan a LA NACION, siempre les entregan el almuerzo frío y hasta crudo en algunas ocasiones porqueLa escena no es aislada sino que se replica en establecimientos de distintos puntos de la provincia de Buenos Aires en medio de la crisis profunda educativa.
muchas escuelas públicas debieron suspender las clases o reprogramarlas por la falta de calefacción. “Ojalá sea el último año con estas dificultades”, dijo Sileoni en ese momento.Sandra González es madre de un alumno que cursa sexto año de la secundaria en la Escuela Provincial Nº3 Mariano Moreno, en el partido de Hurlingham.
el municipio tiene un tema con el sarro que tapa las cañerías, por eso también tuvimos que cambiar los caños.“Los chicos no izan la bandera porque el lugar donde se encuentra el mástil está en peligro de derrumbe.y hay baños y vidrios rotos.
Además, destacan que un punto importante es la resonancia que adquieren en medios de comunicación de alcance nacional las tomas en las escuelas porteñas. Eso, admiten, es un incentivo importante, mientras que una toma en un rincón de la provincia “no le importaría a nadie”.
En las escuelas con desperfectos de gas, el problema se traslada a la comida, que se entrega fría y a veces cruda a los alumnosMarina Larrondo, socióloga e investigadora del Centro de Investigaciones Sociales del Conicet sobre cuestiones de militancia estudiantil, identifica distintos factores para analizar la modalidad de reclamo en suelo bonaerense: “La protesta solo sirve en la medida en que sea visible.
apunta Diego Martínez, miembro del Consejo General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires desde 2016.